Última mujer ejecutada en España con el garrote vil.

Última mujer ejecutada en España con el garrote vil.

 

 

PILAR PRADES SANTAMARÍA

LA ENVENENADORA DE VALENCIA, ÚLTIMA MUJER EN ESPAÑA EJECUTADA CON EL GARROTE VIL

 

Nació en Bejís (Castellón) en 1927 en el seno de una familia humilde de 5 hijos, al ser la única hija a los 15 años fue enviada a Valencia a servir en casas.

Analfabeta, introvertida y poco agraciada fueron pasando los años con muchas penas y ninguna gloria. Tuvo un novio cuatro años menor que ella con el que pretendía casarse pero la dejó por otra más joven.

En 1954 con 26 años entró a servir en la casa del matrimonio Villanova-Pascual que regentaban una chanicería en la que Pilar ayudaba cuando había mucha faena. La señora, Adela Pascual padecía del hígado y era frecuente verla tomar tisanas preparadas por Pilar para “mitigar las molestias”, poco a poco fue empeorando hasta que finalmente murió. Su muerte fue diagnosticada como “colapso de pancreatitis hemorrágica”. Murió en mayo de 1955.

Pilar fue despedida sin contemplaciones cuando al regresar el viudo del entierro se encontró con el negocio abierto y Pilar despachando con la ropa de su mujer como si nada hubiese ocurrido. Se fue a la calle junto con su sueño de ser “señora”.

En aquella época no era difícil encontrar empleo de sirvienta y enseguida entró en casa de la familia Alpere-Greus, los cuales estaban encantados con ella, pero Pilar se despidió cuando a la señora le empezaron a salir unas manchas en los brazos de coloración negruzca que le fueron diagnosticados como una alergia pero como se comprobó más tarde eran síntomas de envenenamiento por arsénico.

Por mediación de una conocida suya no tardó mucho en encontrar otra casa. Se la consiguió una amiga, Aurelia, que trabajaba como cocinera en el domicilio de un médico militar. Pilar entró en la misma casa para servir como doncella.

Los jueves era el día libre de las sirvientas en aquella época y se reunían en el baile con los jóvenes casaderos y uno de esos días, surgió un problema entre las dos amigas a causa de un chico que le gustó a Pilar pero que sacó a bailar a Aurelia y luego se fue con ella. Aparentemente no ocurrió nada porque Pilar nada le dijo a su amiga y la siguió tratando igual que siempre e incluso la hizo compañía y le dedicó cuidados cuando una semana después Aurelia cayó enferma. Como en el caso de doña Adela, Pilar también se desvivió por la cocinera y le preparaba constantemente caldos y tisanas.

En un principio pareció que la enfermedad era del estómago a causa de los vómitos y diarreas, pero luego aparecieron nuevos síntomas, como hinchazón de las extremidades, y el médico militar consultó a otros colegas y entre todos diagnosticaron "polineuritis progresiva de origen desconocido" y decidieron internar a Aurelia en un hospital.

Un par de semanas más tarde fue la dueña de la casa, la esposa del médico militar, la que se puso enferma. Al principio parecía una gripe vulgar, pero se fueron manifestando síntomas muy parecidos a los que había presentado la cocinera, que seguía en el hospital con las extremidades prácticamente paralizadas.

El médico se alarmó, consultó de nuevo con otros especialistas y tomaron la decisión de realizar la prueba del propatiol, un inyectable que permite descubrir la presencia de un tóxico sin necesidad de realizar un análisis. El resultado fue definitivo, la causa de las dolencias de la mujer tenía nombre: arsénico.

Decidió entonces el médico indagar en la personalidad de la criada y se dirigió a la última casa en la que había servido, la del chacinero. Éste le informó de lo sucedido con su esposa y de cómo había despedido a Pilar tras el entierro porque no le gustó ver cómo la criada se consideraba sucesora de la difunta señora.

El médico militar presentó denuncia en la comisaría de Ruzafa, en Valencia, y exhumaron el cadáver de la chacinera, que apareció en pleno proceso de momificación, algo que solamente ocurre cuando en los restos hay presencia de una sustancia química. Los análisis confirmaron que había arsénico, y los policías, al registrar la habitación de Pilar, encontraron entre la ropa blanca de su ajuar, que guardaba en un baúl, una botellita de Diluvión, un veneno matahormigas compuesto de arsénico y melaza, sustancia que le confería un sabor dulzón.

Treinta y seis horas de interrogatorios, alimentada solamente con aspirinas, no bastaron para que Pilar se reconociera autora de los envenenamientos. Tan sólo aceptó que en una ocasión le había servido una infusión de boldo a la esposa del médico con un poco de aquel líquido dulce, sin saber lo que era, porque se le había acabado el azúcar. Pero de Aurelia y la chacinera, nada.

El abogado que se encargó de su defensa le advirtió a Pilar desde el primer momento que la amenaza de pena de muerte planeaba sobre el caso y le aconsejó que se declarara culpable para obtener una condena que oscilara entre los 12 y los 16 años. Pero ella se negó y defendió su inocencia hasta el final.

Pilar Prades fue condenada a muerte por el asesinato de doña Adela y a dos penas de 20 años por los otros dos homicidios frustrados. El Tribunal Supremo confirmó la sentencia, se agotaron todos los recursos y las peticiones de clemencia resultaron inútiles. Sólo cabía esperar el indulto por parte del Jefe del Estado y había esperanzas de conseguirlo porque hacía diez años que no se ejecutaba a una mujer en España y en este periodo varias envenenadoras habían visto conmutada la pena capital. Pero para Pilar Prades no hubo piedad ni siquiera por parte de los jóvenes ministros tecnócratas del Opus Dei (Ullastres, Navarro Rubio…) y el Consejo de Ministros se dio por enterado de la sentencia, lo que significaba que se procediera inmediatamente a su ejecución. La fecha señalada fue el 19 de mayo de 1959, y la víspera se iniciaron en la prisión de Valencia los preparativos del siniestro ritual.

Antonio López Guerra, el verdugo, se presentó a las diez de la noche, tal y como le habían citado. Tenía ocho horas por delante porque "el trabajo" (como a él le gustaba decir) estaba previsto para las seis de la madrugada, antes de que amaneciera. Ocho horas para hacerse con el lugar y preparar el garrote, adaptando a la silla en la que se iba a sentar Pilar el palo, el torniquete, la argolla y los demás elementos que componían el nefasto instrumento. (El tal López Guerra, que dos meses después ejecutaría a Jarabo en Madrid, sería también el ejecutor de Salvador Puig Antich en marzo de 1974, el último ejecutado en el garrote vil).

Pero al verdugo nadie le había prevenido de que iba a ejecutar a una mujer, y allí empezaron los problemas de aquella dantesca noche. De entrada el verdugo se negó a ejecutar a Pilar.

"Una de las primeras condiciones que se debían poner al entrar en este destino es la de no tener que ejecutar nunca a una mujer. Ejecutar a una mujer es peor que ejecutar a treinta hombres. Tener que hacerlo con una mujer es lo más duro, y más con una muchacha joven de carnes tan blancas como aquélla", le confesó años después el verdugo al escritor Daniel Sueiro.

Con una botella de coñac lograron convencer y darle valor al verdugo, pero en el cuerpo de guardia de la prisión no cesaron las dificultades. Todos los presentes estaban pendientes del teléfono por si llegaba el indulto en el último instante, lo que todos deseaban para poder ahorrarse el macabro espectáculo que les esperaba. Y Pilar, por su parte, gritando como una posesa: "¡Soy muy joven! ¡No quiero que me maten!". Así narró el verdugo López Guerra los recuerdos de aquella noche a Daniel Sueiro:

"Todas las personas que estábamos allí, el presidente, los del tribunal, empleados de la prisión de mujeres y todos, hasta el cura, todos decaídos y desanimados porque una mujer es muy diferente a un hombre. Una hora lo menos esperando allí, desde las seis de la mañana hasta cerca de las siete, ya era completamente de día, se hizo de día y todos con las caras desencajadas y a uno de los oficiales le dio un mareo y tuvieron que llevárselo. Iban a dar las siete, ya de día, hacía sol y entonces ya sin poder aguantar voy y le digo que a ver qué hacemos, qué coño pasa, cuándo se hace esto porque si no yo me voy. La muchacha debió de oírme, que seguía allí esperando, y entonces va y se dirige a mí y entonces fue cuando ella me preguntó si yo tenía mujer, si tenía una hija, sí, y por qué tenía tanta prisa, por qué tenía yo tantas ganas de matarla".

Pero López Guerra no tenía ganas de matarla y al oír las palabras de Pilar dijo que sí tenía una hija y volvió a negarse a ejecutarla. Ya habían tocado las siete en el reloj de la prisión y el sol brillaba en el patio cuando la fuerza pública tuvo que llevar a rastras hasta el patíbulo tanto a la condenada como a su verdugo.

Una vuelta y media de manivela fue suficiente para romperle el cuello a aquella desgraciada muchacha que acababa de cumplir 31 años y que fue arrojada al otro mundo como lo había sido de niña de su pueblo a la ciudad. Se fue sin saber leer, sin conocer el amor y sin haber gozado un segundo de felicidad. Nadie fue a recoger sus restos.

El desaparecido fiscal José Vicente Chamorro, muy joven en aquellos días, tuvo que presenciar por obligación la ejecución y contó que lo vivido había sido suficiente para hacerle luchar toda su vida contra la pena de muerte. Y uno de los letrados, también testigo presencial, se la contó a su paisano y amigo Luis García Berlanga, y éste se la contó a Rafael Azcona, y así nació una de las más grandes películas del cine español, El verdugo.


 

https://www.rtve.es/alacarta/videos/la-huella-del-crimen/huella-del-crimen-caso-envenenadasvalencia/1515377/

https://elpais.com/diario/2009/07/05/eps/1246775210_850215.html

https://oleal.blogspot.com.es/2011/04/la-envenenadora-pilar-prades-santamaria.html

 

                                                                                                                                                                                                                BERENICE

                                                                                                                      

                                                                           

 

                                                                                                                                                                                                                                                  

Tema: Última mujer ejecutada en España con el garrote vil.

Fecha: 07.10.2013

Autor: Jorge

Asunto: Garrote vil

Buena labor de investigación, menuda forma de terminar la vida de los reos.

Fecha: 21.10.2013

Autor: Berenice

Asunto: Re: Garrote vil

Gracias, me alegro de que te haya gustado.

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